Evolución del canon de belleza femenino a través de la historia.
El canon de belleza femenino ha variado mucho a lo largo de la historia desde que
tenemos constancia. Desde luego, una cosa es evidente, la talla 36 actual es algo
muy
novedoso que se ha ido imponiendo con el nuevo siglo,
pero nunca antes había sido así.
Durante los siguientes siglos, en la Edad Media y el Renacimiento, todavía se buscaba el cuerpo redondeado, aunque los pechos habían bajado en volumen, tal como observamos en pinturas y esculturas de Da Vinci o Boticcelli. La tez es blanca, los labios rojos, los cabellos largos y los ojos claros.
Posteriormente, a partir del siglo XVII, en pleno Barroco, vuelven los cuerpos algo más rellenos, aunque con cintura estrecha y caderas anchas. Se observan en pinturas de genios de la época como Rubens pieles blancas, corsés para resaltar los pechos y aderezos como lunares postizos, encajes, mucho maquillaje, etc.
Ya en el siglo XIX se comienza a apostar por un canon de belleza de mujeres más delgadas. Para ello, se usan corsés excesivos que incluso llegaban a provocar mareos o hasta la muerte de las chicas, pues deformaban el tórax y estrujaban órganos vitales. Eso sí, realzaban de forma notable pecho y caderas.
El canon de belleza contemporáneo.
Durante el siglo XX, otro canon de belleza que ha ganado presencia comenzó con estrellas como Audrey Hepburn. Mujeres delgadas con mirada casi inocente y perdida. Cada vez más estilizadas y espectaculares, aparecieron otras como Bo Derek o Kim Basinger en los 70 y 80. Estas dieron lugar a las estrellas de los 90, que mostraban cuerpos sinuosos y perfectamente esculpidos en la piel de Claudia Shiffer, por ejemplo.
Pero aquello acabó con la moda actual del siglo XXI de mujeres muy delgadas, modelos casi esqueléticas obligadas por las grandes firmas y un canon que está a punto de mostrar una belleza casi insana hoy en día.
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